Motivados por una obligación interna de salvaguardar nuestras relaciones interpersonales, elegimos estirar nuestra paciencia y ánimo para poder atender las pequeñas necesidades del resto. No alcanzamos a percatarnos que si este recurrente esfuerzo no es recíproco o llega a eclipsar la dicha que traía la relación misma, terminaremos habiendo intercambiado momentos de conexión por una pesada carga de resentimiento.
Nos estamos