Construir pedestales es voluntariamente crear una versión abstraída de nuestros semejantes incapaz de contemplar los incontables detalles inexorablemente destinados a revelarse en un futuro no tan distante en la forma de una consternante sorpresa. Desilusionados y vulnerables, la verdad es que nadie más que nosotros fuimos los que irracionalmente pusimos aureolas a seres (que no eran más que) humanos.
La realidad
resulta insuficiente
ante la idealización.