lunes, 8 de julio de 2013

The Libra


Desde el año 2009 en que inició mi aventura en Oslo, mi vida estaba dedicada al trabajo, desde muy temprano y hasta muy tarde por la noche. Sentía que era mi deber dar mi 110% cada día para demostrar lo tan agradecido que estaba con la compañía. Sin embargo, fue en una reunión navideña donde noté que todos mis colegas podían decir: "Oh, sí, me gusta mi empleo y también soy muy bueno en ello. Pero dime, qué más haces en tu vida luego del trabajo?". Me di cuenta entonces que durante todo ese tiempo no había existido un "luego del trabajo" para mí y fue precisamente esa noche que llegué a entender una lección que tuvo un impacto en mis decisiones futuras: Necesitamos un balance en nuestras vidas.

Una vida equilibrada
no nos consume,
nos llena.

A menudo preferimos sentir que nos encontramos bajo presión porque pensamos que sólo así seremos capaces de ser más eficientes. Aprender a dar lo mejor de nosotros sin necesidad de esta presión (muchas veces imaginaria) es una práctica que no sólo nos libera de tensión sino que también nos permite distribuir mejor nuestro tiempo al aplicar nuestro esfuerzo enfocadamente. No se trata de explotarnos ni asfixiarnos, se trata de comprometernos con aquello que hemos decidido hacer cuando el momento llega de hacerlo.

Merecemos
tiempo para darnos
la oportunidad de crecer.

En efecto, sólo aquellos aspectos que logremos integrar a nuestros días tendrán la oportunidad de desarrollarse. Si vamos al gimnasio y únicamente levantamos pesas, entonces solamente nuestros brazos notarán la diferencia. Análogamente, si decidimos dedicarnos exclusivamente a nuestro trabajo de lunes a domingo, entonces vamos a tener muchas asignaciones completadas y muchas horas extra por cobrar, pero también muchos amigos que dejamos de ver, muchas risas que decidimos posponer y varias horas en las que ya no pudimos comunicarnos con nuestros seres queridos. Es importante entonces reconocer la diferencia entre dedicarse y dejarse absorber.

La responsabilidad
más grande:
Disfrutar.

Las personas viven (ocupadas) como si nunca fuesen a morir, y luego mueren sin nunca realmente haber vivido [An Interview with God]. La vida está llena de responsabilidades y deberes que van en relación con nuestros objetivos y decisiones, lo curioso es que solemos olvidar que la responsabilidad más grande que tenemos con nosotros mismos es la de vivir intensa y apasionadamente durante nuestro fugaz paso por este mundo, sobre todo hoy que somos tan jóvenes. La riqueza de una vida se mide mucho más que en tan sólo los billetes que se pueden contar al llegar cada fin de mes. 

Dedica tu preciado tiempo
a lo más preciado para ti.

Inevitablemente van a existir momentos de sacrificio, pero mientras ellos permanezcan siendo momentos y no nuestro estilo de vida, entonces seremos capaces de sonreír al llegar el ocaso. Recordemos es más saludable un esfuerzo constante a través del tiempo que un esfuerzo sobrehumano durante un corto e intolerable período. Nosotros decidimos la manera como deseamos distribuir nuestro tiempo, somos quienes decidimos si perder o ganar una hora en nuestra vida.

Fue así que este principito se dio cuenta que también merecía un tiempo para crecer y por ello además de trabajar volvió a dibujar, inició un blog, empezó a participar de una organización LGBT de la ciudad, empezó a aprender un nuevo instrumento e idioma y volvió a ejercitarse. Aunque cada día puede ser agotador, el sentimiento de haberlo aprovechado al máximo es realmente uno de los más felices.

Un sonriente lunes, my friend, el día preferido para los nuevos comienzos.


"We are very busy people,
but we've always got time for new friends."