Desde
el año 2009 en que inició mi aventura en Oslo, mi vida estaba
dedicada al trabajo, desde muy temprano y hasta muy tarde por la
noche. Sentía que era mi deber dar mi 110% cada día para demostrar
lo tan agradecido que estaba con la compañía. Sin embargo, fue en
una reunión navideña donde noté que todos mis colegas podían
decir: "Oh, sí, me gusta mi empleo y también soy muy bueno
en ello. Pero dime, qué más haces en tu vida luego del trabajo?".
Me di cuenta entonces que durante todo ese tiempo no había existido
un "luego del trabajo" para mí y fue precisamente
esa noche que llegué a entender una lección que tuvo un impacto en mis decisiones futuras: Necesitamos un balance en
nuestras vidas.
Una
vida equilibrada
no
nos consume,
nos
llena.
A menudo preferimos sentir que nos encontramos bajo presión porque pensamos que sólo así seremos capaces de ser más eficientes. Aprender a dar lo mejor de nosotros sin necesidad de esta presión (muchas veces imaginaria) es una práctica que no sólo nos libera de tensión sino que también nos permite distribuir mejor nuestro tiempo al aplicar nuestro esfuerzo enfocadamente. No se trata de explotarnos ni asfixiarnos, se trata de comprometernos con aquello que hemos decidido hacer cuando el momento llega de hacerlo.
Merecemos
tiempo
para darnos
la
oportunidad de crecer.
En
efecto, sólo aquellos aspectos que logremos integrar a nuestros días
tendrán la oportunidad de desarrollarse. Si vamos al gimnasio y
únicamente levantamos pesas, entonces solamente nuestros brazos notarán
la diferencia. Análogamente, si decidimos dedicarnos exclusivamente a
nuestro trabajo de lunes a domingo, entonces vamos a tener muchas
asignaciones completadas y muchas horas extra por cobrar, pero
también muchos amigos que dejamos de ver, muchas risas que decidimos
posponer y varias horas en las que ya no pudimos comunicarnos con
nuestros seres queridos. Es importante entonces reconocer la
diferencia entre dedicarse y dejarse absorber.
La responsabilidad
más grande:
Disfrutar.
Disfrutar.
“Las
personas viven (ocupadas) como si nunca fuesen a morir, y luego
mueren sin nunca realmente haber vivido” [An Interview with God]. La vida
está llena de responsabilidades y deberes que van en relación con
nuestros objetivos y decisiones, lo curioso es que solemos olvidar
que la responsabilidad más grande que tenemos con nosotros mismos es la de
vivir intensa y apasionadamente durante nuestro fugaz paso por este
mundo, sobre todo hoy que somos tan jóvenes. La riqueza de una vida se mide mucho más que en tan sólo los
billetes que se pueden contar al llegar cada fin de mes.
Dedica tu preciado tiempo
a lo más preciado para ti.
Inevitablemente
van a existir momentos de sacrificio, pero mientras ellos permanezcan
siendo momentos y no nuestro estilo de vida, entonces seremos capaces
de sonreír al llegar el ocaso. Recordemos es más
saludable un esfuerzo constante a través del tiempo que un esfuerzo
sobrehumano durante un corto e intolerable período. Nosotros
decidimos la manera como deseamos distribuir nuestro tiempo, somos quienes decidimos si perder o ganar una hora en nuestra vida.
Fue
así que este principito se dio cuenta que también merecía un
tiempo para crecer y por ello además de trabajar volvió a dibujar,
inició un blog, empezó a participar de una organización LGBT de la ciudad,
empezó a aprender un nuevo instrumento e idioma y volvió a ejercitarse. Aunque cada día puede ser agotador, el sentimiento de
haberlo aprovechado al máximo es realmente uno de los más felices.
Un sonriente lunes, my friend, el día preferido para los nuevos comienzos.
Un sonriente lunes, my friend, el día preferido para los nuevos comienzos.
but we've always got time for new friends."